Hace ya mucho tiempo me pregunto a dónde vamos comprando tantas cosas. El boom de Shein en nuestro país, los tiktoks de TEMU con gente a la que le mandaron cositas gratis a su casa con tal de que suban un video y le hagan publicidad. Termos, espejitos para el celu, carteras, anteojos, fundas, cajas, cajitas, remeras, zapatillas, cremas, luces, anillos, repasadores, air fryer, bolsas, estuches, medias, labiales, espejos, cosas, cositas, cosuchis.
A estas alturas parece también un poco ridículo quejarse de la cantidad de consumo descontrolado, aunque a su vez no hay chance de que, si estás prestando la suficiente atención, lo naturalices y te parezca que vamos bien.
Esta semana el cantante Duki habló sobre la plata y la fama y le dieron con de todo. En la entrevista, Mauro Ezequiel Lombardo sostuvo algo que ya había dicho en su momento y de lo que parece estar muy convencido: la fama y la plata, contra todo pronóstico, te alejan de la felicidad.
“La gente quiere ser famosa porque de chicos ven la vida de los demás y piensan que eso es lo que está bueno, lo que está copado, que los famosos viven la vida. La mayoría de los famosos que conozco no sé si son felices, la verdad. Me parece que ninguno es feliz”, sostuvo.
Las críticas sucedieron porque, en el ejercicio de tratar de explicar esa premisa, le pifió y puso de ejemplo una situación por la que nadie quiere pasar, pero por la que millones de personas pasan en el país. Duki dijo: “Para mí, es feliz la gente que, cuando vuelvo a mi casa y los veo, mis amigos, mi familia, gente que de verdad la veo, son felices y que son felices con poco. Laburan, y hay veces que no llegan a fin de mes, pero tienen su plato de comida, tienen su familia, tienen lo que necesitan realmente para vivir”.
Y claro, decir que la gente que no llega a fin de mes es feliz es realmente muy poco feliz y no fue gratis para el cantante. Pero hay algo bastante cierto en toda esa reflexión que creo que al resto de la humanidad le pasa por el costado: la poco conocida infelicidad que produce la fama por la fama misma.
Podemos pensar en Justin Bieber, que está cada vez más hundido, o en Britney Spears, que ahora mismo debe estar girando sobre su propio eje. Ejemplos de personas famosas muy conflictuadas por serlo tenemos a rolete, pero lo que no hay es gente que indique, de forma empírica, las realidades de esa zanahoria ficticia que persiguen cada vez más personas.
En el sistema capitalista apelmazado en el que vivimos, el consumo y el dinero hoy son protagonistas como nunca antes. La importancia de tener mucho nubla vistas y mete confusión. ¿No era que si tenía likes iba a poder vivir de las redes? No. ¿No era que si tenía muchos maquillajes me iba a sentir mejor? No. ¿No era que si me viralizaba no iba a tener que trabajar más? Tampoco. ¿No era que si me vuelvo influencer, las marcas vienen a mí y voy a ser feliz? Muchísimo menos.
En el “Deseo postcapitalista” de Mark Fisher, el pensador sostiene que el consumo constante es un intento de llenar un vacío estructural que el mismo sistema produce. La verdadera trampa, dice, es pensar que la falla está en nosotros y que el día que entendamos que el problema es el capital y no nuestra frustración insoportable, ahí recién empieza la posibilidad de agencia.
Como una especie de loop agotador en donde somos todos y todas, víctimas y victimarios de nuestra propia instatisfacción, Fisher advierte que mientras el deseo siga capturado por el capital, ni siquiera podremos imaginar una salida.
Desear dinero o fama no como medio sino como fin nos ubica en esta falsa dicotomía entre la felicidad y la acumulación, entre el dinero y la libertad, que tan cerca y tan lejos se encuentran.
La clave, como siempre, parece ser el despertar colectivo. Fisher insiste en que el deseo solo puede volverse emancipador cuando se vuelve grupal, porque el sistema es muy rápido y neutraliza cualquier intento de fuga individual en un segundo.
Si nos ponemos a pensar, Duki en sus declaraciones vuelve carne al filósofo y habla desde la experiencia. Si bien no tener dinero en este mundo es lo peor que nos puede pasar, tener mucho está muy lejos de ser la respuesta que necesitamos.
Que tengan un lindo domingo.
Detrás de cada texto hay tiempo, amor y trabajo:
Si te gusta recibir este newsletter y tenés ganas de aportar a la labor de esta humilde periodista por única vez, aquí ☕️: Cafecito para Paulita
Para formar parte del “Club NLP”, podés suscribirte mensualmente (por dos pesitos lit) y tenés más entregas y acceso a una cuenta de ig exclusiva✨: NLP
Pensaba mientras leía, ni una cosa ni la otra. En esta sociedad dicotómica que vivimos no tenemos ni idea de equilibrio y por eso vivimos tan desequilibrados... y me refiero a dosis. Necesitamos la plata para vivir, cagarse de frio y no tener techo, comida o cualquier necesidad básica satisfecha es un bajón. ¿Se puede vivir con menos? Sí, pero tb medio que te corres de la pertenencia. Hay algo de la pertenencia que te la da el tener tb. Se me generan mil preguntas y aperturas de reflexion. Creo que socialmente o idealizamos la guita o la demonizamos... no tenemos punto medio. Ni siquiera la usamos como un medio, sino como un fin en sí mismo.
Cómo acompaña la reflexión tu NLP de hoy, Paulita. Estaría bueno hacer otro vivo para seguir dándole cuerda a esto del deseo colectivo contra la hegemonía del mercado. Nada, se ocurre, perdón si te meto presión y ¡1 laburo+! Besote.