¿Ustedes sabían que la luna, muy de a poquito, se está alejando de la tierra? ¿Que en unos cuantos años la tierra y la luna ya no, nunca más? El dato me partió porque la luna y las mareas, los poemas y las canciones, ¿qué va a pasar con todo eso?
Al parecer cuando le relatemos el mundo en el que vivimos hoy a quienes lo viven después, (si es que alguien humano vive), la luna y las luciérnagas serán fenómenos extintos y nostálgicos (aunque un poco nostálgicos ya son). Les vamos a contar que antes existían insectos luminosos como una lamparita led y que el agua de todo el planeta se regulaba por una bola gris gigante que orbitaba la tierra.
El mundo parece que se transforma lenta pero a paso firme en un lugar cada vez más hostil. No sé si tendrá que ver con algo momentáneo pero no puedo más que coincidir con la idea de que la crueldad está de moda. También pienso que en realidad la naturaleza es de por sí cruel y que sufrimos igual que el resto de los bichos pero creemos que somos más felices porque tenemos internet.
Sé que la postulación de que la naturaleza es bastante cruel es polémica porque apoyarse en la biología para cuestiones sociales siempre sale mal, pero aún así no deja de ser cierto. La existencia es de por sí incómoda. De hecho, el resto del ecosistema se la pasa buscando comida y escapando de serlo y se viven altos momentos de muchísimo estrés a toda hora y en todo lugar. La última vez que quise mirar un documental sobre animales tuve que cambiar porque había demasiada tensión, persecución, garras, palpitaciones, dientes y carne cruda.
Hay una frase que repito siempre y es que poder dormir de corrido ocho horas es un lujo que nos podemos dar porque tenemos un Estado que, se supone, nos protege y nos asegura que nada peligroso va a sucedernos adentro de nuestras casas. El resto de los animales, en general, duermen de forma intermitente y casi ninguno lo hace demasiado profundo porque nunca se sabe de dónde ni cuándo llega el zarpazo final.
Igual hoy hablar del Estado es casi ficción. La crisis de representación es total y esa figura central se derrite en una época en donde todo está demasiado raro e Internet ocupa un lugar impensado hace años atrás. Yo, por ejemplo, estudié periodismo para ejercerlo en algún medio de comunicación pero de pronto me doy cuenta de que ya no es por ahí, de que existen otras formas, más precarizadas y brutales, de contar y comunicar las ideas.
Internet y sus cosas sobrepasa todo lo imaginado. Doy una materia en la Universidad Tres de Febrero sobre redes sociales y arranco el cuatrimestre siempre igual: les muestro a los y las alumnas un fragmento de la película “Volver al futuro”.
En ese fragmento Marty McFly y su amigo el “Doc” aparecen en el año 2015 y la idea es que busquen un detalle que nadie se imaginó que en esta época sería distinto. El detalle es que Marty se asombra de los autos voladores y del mundo supersónico que existe pero para comunicarse va y usa un teléfono público. En 1985 no la vieron ni por casualidad.
Igual la sensación es que esta humanidad tampoco se imagina lo que viene de acá a diez, cien o millones de años. De hecho si vos hace una década me decías que para Semana Santa del 2024 Daddy Yankee, el rey del reggaetón y del perreo, iba a sacar una canción en honor al nacimiento de Cristo porque ahora es evangelista, no te la creía.
En definitiva, hay cada vez menos certezas y muchos escenarios distópicos que jamás nos imaginamos transitar. Así que aprovecho este NLP para regalarles una pequeña gran certidumbre a la que aferrarnos un rato: alguna noche vamos a mirar al cielo y ahí, la luna, no va a estar más. Así que compatriotas, aprovechémosla, sólo nos quedan 2 millones de años.
2 millones de años si no la revientan en un par de décadas con una prueba nuclear o algo así, cuánta fé nos tenés como especie xD
Siempre pienso que las películas tienen algo de realidad. Esa ficción cada vez queda más lejos de la distopía que estamos atravesando. Dado que ya ni gran hermano la rompe. Porque hay una realidad que supera ese experimento de aislar personas de diferentes espacios sociales. Una tristeza profunda.